Antonio Plaza Llamas
(Apaseo, Guanajuato, 2 de junio de 1833 - Ciudad de México, 26 de agosto de 1882)
Militar, poeta y periodista. Foto: Riva Palacio, Vicente (coord.), El Parnaso Mexicano.
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Sirvió
al Imperio
Soneto
Viejo y panzón, más cojo que Vulcano,
probó el pan del apóstol Iscariote,
y hoy que el hambre le seca hasta el cogole,
le excluyen del festín republicano.
Pobre exsoldado, exhombre, exmejicano
va para muerto caminando al trote;
de su cuerpo gastado perdió un lote,
y el resto morirá, si falta grano.
En su abdomen ingente hay un vacío,
que torna cada tripa en catacumba:
una gula rabiosa le da brío;
pero al sentir que el hambre lo derrumba,
anhela hundirse en el sepulcro frío,
por comerse las tablas de su tumba.
En esta edición:
Poesía
Los eunucos enterradores
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México
Fiesta
Por Blanca Estela ROTH
Ciudad de México
Poetuits
Resguardo
Por César RAMOS
Ciudad de México
Micro ceuento
La mona©
Por Román LOGLEZ
Palenque, Chiapas, México
Aroma y ángeles
Por Vilma Edith Pérez Cervantes.
Matamoros, Tamaulipas, México
Morral
Por Raúl DE THESY Y RR
Palenque, Chiapas, México
Poesía
Los eunucos enterradores
Por Mario
Luis ALTUZAR SUÁREZ
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México
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Poesía
Fiesta
Por Blanca
Estela ROTH
Ciudad de
México
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Marchan gozosos, entre gritos
Los gesticuladores y sus eunucos
Sin orden y en completa anarquía
Que responden a la voz de mando
Autoritaria de agentes espías
extranjeros
De secuestradores y narcotraficantes
Caciques sindicales y vividores
Redimidos al ingresar al bando
De los eunucos, efebos y gesticuladores
Atentos, muy atentos a los signos
Ominosos de su teocrático mesías
El portador del sello de la Bestia
Cabeza de los gozosos marchadores
Sordos y enceguecidos
Por la Cultura del Menor Esfuerzo
¡Tan frustrante! ¡Tan limitativa!
Que le amarga, la vida tan amargada
Siendo estos eunucos, los rencorosos
Potenciales sicarios de las
Criminales brigadas urbanas
Sangrientos censores de los Libres
Con voz propia en el sendero del
presente
¡Gritadores místicos de la Eternidad!
Luminosa, que amedrenta a los eunucos
Disfrazados del Hijo del Hombre
Y marchan gozosos, en las exequias
De ese cadáver de lo que en vida se
llamó
¡México!
Deglutido por el imperio hambriento
Mofador del postrado al extranjero
Hace más de 500 años, La Malinche
Y en el Tercer Milenio
El Teocrático Mesías
Con sus huestes asesinas
De una Patria, cuyo único pecado
Fue haber creído en el falso redimido
Que se mostró como el mejor de sus
hijos
Que encabeza a los gozosos,
En el sepelio de un país que se quedó
Simplemente se quedó, sin habla
Tuxtla Gutiérrez, 2 de junio de 2018
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Lloviznan colores los ojos del día
danza el sol tras los templos
atavío naranja de nubes obispo.
Lo despide el alba al atardecer.
Cuánto arrullo cantan
las flores al cerrarse
adagios, el continuo paso de las
hormigas
nocturnos al enfriarse las hojas.
El hombre, arcoíris de piedras y
plumas
recibe la noche.
Chirimías, caracoles, atabales
huéhuetl, palos de lluvia
el tambor gigante
corazón de la tierra donde quedo,
danzan en su boca y vuelan por su mano.
Oculta la frente antifaz ceñido,
calavera de un caballo sin quijada,
meto la mano en el disfraz del río
del belfo sale la iguana,
armadillo, jaguar
el élitro del grillo, pájaros.
Zeus vibra ahí.
Arrellenadas en sí, estrellas.
Fugaces, los reflejos persisten
como si se supieran contempladas,
Orión, germina y germina el firmamento.
Saturno, plateado Charro, floreando el
lazo
arrebata las palabras,
En la fiesta con la Luna sonrisa.
Con todo eso que vi
mis ojos embrujan
las hadas y faunos de la noche.
Si el mismo Dios me hubiese visto
a los ojos
quedaría encantado,
no embrujado, sino encantado
no es lo mismo, sin embargo…
Das y formas la vida.
Hiciste esta fiesta.
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Poetuits
Resguardo
Por César RAMOS
Ciudad de
México
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Micro ceuento
La mona©
Por Román LOGLEZ
Palenque,
Chiapas, México
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Mañana fría; neblinas y rocíos sobre las hojas de los arboles,
siempre tupido, llenos de aves y animalillos silvestres. Caminos de lodos;
pedregosos, troncos, trozas enormes que tenían que rodear, abriéndose paso
con el machete en mano. Cruzar ríos y arroyuelos era el andar del arriero.
Una mañana idéntica a la anterior, la familia López González bajo al
pueblo, de la colonia Ashupa, donde tenían sus hogares: tíos y abuelos.
Cuando salían, todos cargaban el maíz, el frijol, la calabaza, plátano,
para mercarla o entregársela a don Nabor, a los Narváez, Casanova, José de la
luz, que siempre estaban en espera de esos productos orgánicos. Como todos
los buenos arrieros, el guía iba a delante y otros atrás, dejando a mujeres,
niños y ancianos en medio del grupo. Doña Candita (a como todos le decían),
llevaba en brazo a su pequeña hija de algunos meses; que cuando empezaba a
llorar, le daba de mamar. Esa mañana, venia llorando no por dolor, si no
porque su madre sorteaba los obstáculos del camino y para no caer, evitaba
amamantar a su hija hasta que salieran a algún claro de la selva. La llevaba
sobre sus hombros en el lado izquierdo mientras que la derecha sostenía un bastón
para no caer. Iban muy atentos; cuando de repente de entre los arboles salió
una enorme mona que agarro a la niña por un brazo y la jalo hacia arriba con
fuerza, pero Doña Candita, con gran instinto y desesperación, apretaba sus
piernitas contra su pecho para no soltarla y gritó con fuerzas que la
ayudaran; el guardia que iba atrás se aventó sobre ella para apoyarla y a
punto de soltar a la bebe, Don Chono le secundo y con garrote en mano le
dio a la mona sin lastimar a la niña; ésta al verse a amenazada, tuvo que
soltarla. Los demás y el padre de ella, que iba un poco alejado
reaccionaron de inmediato. Don Antonio disparo varias veces al aire, para
espantar a la mona que huyo perdiéndose entre la selva junto a parvadas de
guacamayas y tucanes. Todos rodearon a Doña Candita, que asustada narraba
lo sucedido y los que venían a su lado también versaron sus comentarios. Así
fue como esta buena madre salvo a su hija, de las garras de una saraguata
en aquella añorada selva y de sus habitantes que nos brindan sus más
hermosos conciertos.
Agosto 16 de 2016. (En memoria de Doña Candelaria González
García), mi madre.
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