Poesía
Huapango
Por
Roberto LÓPEZ MORENO
Ciudad
de México
Micro cuento
Doble moral
Por
Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México
“Billar es”
Por
Raul DE THESY Y RR
Palenque,
Chiapas, México
Crónica de un amor sin_cero
Por
Román LÓGLEZ
Palenque,
Chiapas, México
Cero y van…Ivan
Por
Vilma Edith PÉREZ CERVANTES
Matamoros,
Tamaulipas, México
Tributo
Rulfo: Narrativa de conciencia
En el CI Aniversario de su nacimiento
Poesía
Huapango
Por Roberto
LÓPEZ MORENO
Ciudad de
México
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Micro cuento
Doble moral
Por Mario
Luis ALTUZAR SUÁREZ
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México
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… “es un alcohólico y no puede manejar el país”, acusa desde su
anonimato y le dicen:
“¿Tienes pruebas?”, a lo que responde:
“No. Solamente ejerzo mi libertad de expresión”, y agrega años después:
“Es un narco y mató a su esposa”.
La misma pregunta: ¿Tienes pruebas? El mismo argumento:
“No. Solamente ejerzo mi libertad de expresión”.
Y años después, el mismo defensor de su libertad de expresión, exclama:
“Guerra sucia. Una campaña pagada para bajar a mi candidato”.
Le dicen: “Solamente ejercen su libertad de expresión sobre la demencia
senil de un hombre que aspira a regir los destinos del país”.
“¡No! Son ‘chayoteados’. Eso es abuso de la libertad de expresión”.
Así, el fundamentalista se adjudica la propiedad absoluta de derecho,
con lo que siempre le caracterizó: Su doble moral.
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Micro cuento
“Billar es”
Por Raul DE THESY
Y RR
Palenque,
Chiapas, México
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Micro cuento
Cero y van…Iván
Por Vilma
Edith PÉREZ CERVANTES
Matamoros,
Tamaulipas, México
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En la mesa de carambola del billar de la Gaviota, se enfrentaban Hilario
Magaña y Tito Banda, mejor conocido como “El Cabezón” y “La Sarna”,
respectivamente; ya Hilario aventajaba Tito por veinte carambolas pues a
Tito se le había atorado el rosario en la de diez y que debía ser de tres
barandas, mientras que Cabezón acababa de pasar la de treinta y ya muy
seguro con esa ventaja le espeto: ya ríndete Sarna de ahí no vas a pasar; a
lo que Tito contesto: “Ay mojo, yo he visto muertos cargando leña”
Marzo de 2018.
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Agarre el cuchillo, lo metí al afilador y con cierta furia lo deslice
entre sus discos y…, unos de mis pulgares. Debí haber gritado porque de
inmediato aparecieron Iván y Darío, mis hijos. Presionando mi dedo, Darío
puso mi mano en el lava trastes, bajo el grifo del agua, mire la sangre
correr. Iván, con el cepillo de dientes en su boca, se dejo venir a la
cocina, agarro una liga y me hizo un torniquete en el dedo. En tanto, Darío
salía a prender el carro, Iván, fue por mi bolso y me lo entregó. –vamos al
hospital, ama. Dijo. Subí al carro casi al mismo tiempo que el. Hacia un
calorón endiablado cuando con voz alarmada me dijo:
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Micro cuento
Crónica de un amor sin_cero
Por Román LÓGLEZ
Palenque,
Chiapas, México
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-¡Amá, que no te de la luz! De prisa subí el vidrio. -¡Amá, cuidado con
la luz! Baje la víscera, pensativa. Ni idea que la luz hiciera daño a las
cortadas. Iván prendió el aire acondicionado del carro.-¡Amá, la luz! Escondí
mi mano herida bajo el bolso. –oye papá, ¿qué daño la luz a las heridas?
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--¿Hola, me invitas una cerveza?-- esa tarde, después de un laborioso
día de trabajo, de hacer reportes e informes, firmas de convenios y amen, mi
cerebro y mi estómago vacío intuyeron saborear una cerveza. Y me salí a una
cantina, así se llaman los bares de mi pueblo, donde bellas edecanes diurnas
te atienden. --¡Ah perdón, claro, siéntase!--, Alcé la mirada y se toparon
con aquellos rotundamente bellos ojos. Trague saliva. Pues ante mi estaba
esa criatura que golpeo corazón a la primera mirada (amor a primera vista,
bueno yo me prende), zapatilla negras, cabellera esponjada negro, negro,
labios carnosos que invitaba al beso inmediato; mis ojos escudriñaban su
rostro y a todo cuerpo -- ¿Me invita otra?--, su voz melodiosa me arrastro
del increíble mundo de la imaginación, al presente --¡claro, Claro, pídala!,
¿ y, cuál es su nombre?--me dijo uno de batalla, mas no el verdadero. Y,
empezamos la charla. Cervezas van y vienen, y al fin la cuenta. Así, empecé a
frecuentar aquella cantina donde mesereaba aquella hermosa criatura. la
sentaba a mi lado y acariciándole el rostro, nos dábamos besos furtivo que con
los días, yo, la empecé a querer; pues ella acostumbrada a servir y a
fichar, mi persona era de menos y un cliente más para el negocio; y ellas
las carnadas para engordar el cochinito, mientras se destrozaban de salud,
pues todos los días salían a deshora de la noche, bien tomadas. Era la más
popular; todos la querían en su mesa, para sentarlas en sus piernas,
acariciarles el muslo y hasta tocar lo más íntimo de ellas, que
alcoholizadas, era gracia absoluta junto a la pluralidad de labios mordiendo
a las suyas. En serio, yo me enamore de aquella chica cuando la vi por
primera vez, que hasta jure sacarla de allí. Cuando Llegaba a la cantina,
ya la encontraba ocupada con otro cliente. La veía besándose con otro, y se
me caía el cielo; tenía que reconocer su fría atención, al fin y al cabo,
un cliente más. Al paso del tiempo, dio la casualidad de festejar su cambio
de domicilio y a tomar cerveza en su nuevo hogar y así, me invitó a
quedarme. Fue maravilloso, lo que para mí, fue la primera vez y empezó
nuestro romance; me hice cargo de pagarle la renta y de hacerles regalos y
algunos accesorios; pero ella, tenía que seguir su rutina; fue cuando le
pedí dejar ese oficio. En principio era duro, no quería abandonar ese
confort malsano, hasta que su embarazo la obligo a dejarlo, y así, cambió la
historia. Se quedaba en el cuarto a limpiar, lavar la ropa y cocinar,
mientras me iba a mi rutina de trabajo. Era maravilloso; al fin alguien mi
decía por teléfono -Amor, ¿dónde andas? ¿Vienes a comer?- transcurrió el
tiempo, pero como dice el dicho, perro que come huevos ni aunque le quemen el
hocico. Empezó a frecuentar el sitio, mientras dejaba a la bebe con una
amiga suya y siempre llegaba oliendo a alcohol, cuyo pretexto eran unos
tragos con unas amigas en algún festejo. Empezó la diferencia y los engaños,
pues conocía a personas con carro y dinero y rápido se embarcaba; llegaba
por la madrugada, y me consumía la incertidumbre en esas terribles noches
de espera y vela. Ella, argumentaba que buscaba lo mejor de la bebé, su
patrimonio. Alegua, se le veía su ambición. Con el paso del tiempo,
cambio mi destino. Por mi retiro de trabajo me compensaron y con eso, me dio
para comprar una casa. Esa tarde, con pasos firmes y decidido, me plante
frente a ella, y le extendí las escritura y las llaves de su nuevo hogar,
diciéndole en voz alta- ¡acá esta mi amor, mi compromiso contigo, para ti y
mi hija y disfrútalo!- ella llorando, se acercó a mí, y me tendió una
bofetada; solo incline la mirada, mientras del cuarto salía su amante
furtivo. Barrí con la mirada todo el entorno, le di un beso a la niña, que
ella tenía en sus brazos; acomode mi reglamentaria que traía incrustado en
el pantalón, mientras que de reojo veía que al hombre se le mojaba los
suyos. Entonces gire sobre sí mismo, hacia donde muere el sol, dando mis
primeros pasos hacia la nada, sin voltear y me perdí en el tiempo para nunca
jamás, volver...--¡¡¡Vaaaaleeeennnnteeee…!!! ¡¡noooooo….!!!
17 de mayo de 2018.
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Pregunté intrigada.- ¡por favor amá, deja de mirar la luz! Me puse los
lentes oscuros. – a ver, explícame eso de la luz. Le dije mas intrigada.
–Amá, no vayas a la luz que esta al final del túnel! -¡Baboso! Respondí
riéndome. No me voy a morir por una simple cortada. –A ver amá, la verdad,
la verdad, ¿qué te dijo mi apá que te molestaras tanto?-Ay tú papá…siempre
anda diciéndome que hacer, me revienta, me revienta. Pienso que a mis
cuarentas y tantos, sé lo…-así que esa edad tienes, no treinta y cinco…Dijo
riéndose, -ya deja de babosear conmigo. Le dije. Cero y van dos. Llegamos
al hospital y de inmediato me llevaron al consultorio de curaciones. Iván se
quedo afuera, esperando. Limpiaron la herida, casi me rebano el dedo. El
doctor dijo qué a ver como quedaba mi herida, pues sería su primera satura y
ni sus calcetines aprendió a coser y yo… nerviosa. Con jeringa anestesiaron
mi herida, ratito después el doctor saturo, luego me recosté para que me
inyectaran la vacuna antitetánica. Ya que hubo pasado eso, me quede
recostada un rato, traía mareos. Cuando me sentí bien, dí las gracias y Salí
del consultorio. ahí se hallaba Iván, me sonrío y dijo: -Amá, saliste como
muñeca –gracias papá. respondí sintiéndome en el cielo por el piropo. –sí,
como muñeca de trapo. Dijo él. De niña tuve muñecas de trapo preciosas, así
que me sentí halagada. –Gracias, papá. Y que le voy escuchando
murmurar…-si, como muñeca de trapo toda cosida. -¡Baboso! ¡Cero y van varias,
Iván!
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