jueves, 14 de diciembre de 2017

La caricatura de la Reyna del Sur, Sombra para Selene y Diamante coral

Crisálida.
Oleo. Emilio Juárez
La caricatura de la Reyna del Sur

Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ
Sombra para Selene

Por Raul VERA SÁNCHEZ

Si hubo una impune Reyna del Sur, ¿por qué debería ser distinto con una Reyna del Sureste? Y si procreó un confundido de su identidad sexual ¿por qué no confundir a toda la sociedad una parte del tiempo? Y si dominó Palenque la Reina Roja Hun K'Anleum, “Señora 1 Telaraña”, ¿por qué no repetirlo? Y si el suegro regó la sangre de los lacandones ¿por qué no regar la de los choles neozapatistas? Al fin y al cabo, vivimos en un país de cínicos administradores con operativos equiparables a la ingeniería criminal.
En esta calle vive un perro que hace cosas muy extrañas, fíjense que cuando llueve el no corre al zaguán para guarecerse de agua;  Al contrario se sale a la calle y se pone a echar barquitos de papel a la corriente que baja la calle, este perro no persigue autos para morderles los neumáticos; ni le ladra interminablemente a la luna, por el contrario deja pasar los vehículos sin el menor escándalo y; en las noches de luna, gusta de sentarse con su brillo en las espaldas con lo que logra proyectar una enorme sombra que hace que cuando la ven los conductores de los carros, huyan despavoridos; entonces al quedarse solo en la calle, se coloca frente a una pared blanca y con su sombra inventa mil imágenes para la luna.
Invariablemente a las dos de la mañana da por terminada su función y comienza a alejarse con los asombrados ojos de Selene, clavado en su lomo.
Junio 27/2017.


Diamante coral

Por Roman Loglez

Jacinto se vio asombrado por la forma de vida que le tocó vivir; no podía salir de su miseria e imploró al cielo que le cambiara su suerte.  Salió de su desmonte y se dirigió a su hogar, no sin antes cortar Chives de montaña para que coman sus hijos. Iba pensando como tener y dar a su familia una vida digna. Al llegar, sus hijos pequeños salieron a buscarlo a unos pasos de la puerta; se le guindaron los tres pequeños en sus piernas. Al igual que su pequeña mascota.  Rápidamente se despojó de cuanto traía y entregó a su mujer, los Chives de montaña que de inmediato ella cocinó, mientras Jacinto acostado en su muñida hamaca, descansaba, pero su mente fija en un objetivo: como cambiar su vida mundana e ingrata con él.  Su mujer lo interrumpió con la jícara de pozol y su plato con tres tremendos tacos de chive sancochados, terriblemente ensalzado en tortillas calentadas hechas a mano sobre comal. Lo tomó, ya que él, acostumbraba comer en la hamaca. Giro levemente la cabeza y con el rabillo de sus ojos vio a sus hijos comer sobre una pequeña tabla feliz. Llegó la noche y se dispusieron a dormir en sus pequeñas camas de palitos tejidos, que su padre les hizo. El y su anushiel, en la más grande y se quedó profundamente dormido.  Jacinto se levantó, tomo su herramienta de trabajo después de beber su pote de café y un trozo de pan y salió a su diaria rutina. Iba pensativo y al cruzar un pequeño arroyuelo, se topó con un anciano que enseguida se emparejo en una animosa charla por el camino hacia su sembradío con rumbo al oriente. Al llegar a una bifurcación, uno al norte y otro al sur, le dijo el anciano: --"bueno mi estimado Jacinto, yo tomo la derecha por ahí queda mi pequeña milpa, pero antes te voy a contar un secreto, pero me prometes que también ayudaras a otros. Jacinto no entendió aquellas palabras, pero asintió con la cabeza. Mira, sé que quieres cambiar tu forma de vida y darles a tus hijos lo mejor responsablemente; vete al corral del compadre Pedro, pero eso sí, tiene que ser a las nueve en punto de la mañana y te paras en silencio e inmóvil en la parte poniente del poste del centro, allí veras que, de su tronco, conforme vaya calentando el día, aparecerá el coralillo a tomar el sol. Tú de inmediato te quitas la playera al revés y se la tiras encima y lo tapas con tu sombrero; esperas unos segundos y después quitas tu sombrero y levantas la playera, verás que el coralillo quedó profundamente dormido y a lado de su boca un pequeño " diamante", lo tomas con tu  mano izquierda y, tienes exactamente una hora para ir al banco, sacas todo el dinero que necesites y te vienes a devolver el diamante y cuando se cumpla la hora, veras que el coralillo despertara, tomara su diamante y desaparecerá ante tu vista pero tú ya tienes el dinero porque también te volviste invisible cuando fuiste al banco. Recuerda Jacinto: ¡no ambiciones y pasa el consejo, recuerda Jacintooo!!"  zass!!, que despierta agitado de emoción. Jacinto entonces, cumplió la promesa hecha al anciano y fue muy feliz, aunque otros, a quien apoyó, no lo lograron, por su desmedida ambición.
Julio 11/201.

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